Caminaba cabizbaja y un nudo en la garganta me impedía respirar con normalidad. El corazón me latía fuertemente, como si estuviera galopando…
No sabía exactamente qué suponía tener una hormona con una concentración tres veces superior a lo recomendado, pero la ginecóloga ya me había activado la sirena de alerta. Y eso me empezaba a pasar factura. «Tienes la prolactina muy alta. No te puedes ir a Nigeria sin pastillas. Tendríamos que hacerte pruebas que requieren tiempo. Y precisamente tiempo es lo que tú no tienes.» Con esas contundentes palabras me despedía la ginecóloga y me derivaba al endocrino. La verdad es que no supe descifrar el contenido de su mensaje, pero sabía que algo no iba bien.
Lo difícil venía ahora, ¿cómo conseguiría cita con el especialista en menos de un mes? Las listas de espera son de como mínimo dos meses. Preferí no pensar, pero no pude evitar que una fuerte sensación de angustia recorriese todo mi cuerpo. Es como cuando de pequeño construyes tu castillo de arena en la playa con ilusión y esmero. De repente, viene una ola y lo destruye. Todos tus viajes para conseguir más arena o tus esfuerzos para cavar más profundo se van al garete. Llevaba meses preparando un viaje, o mejor dicho, un sueño, que ahora pendía de un hilo.
Continuará…
Buenas Isa!!
Mucho ánimo con tu nueva aventura espero que todo te vaya muy bien y manten esto actualizado,eh’
Muchos besos