Mejor dicho, un montón de papás y mamás llegaron a Destiny el día de Navidad. Combinando el blanco y rojo en el vestuario y con un gorrito de Santa Claus, nos presentamos en el orfanato el día 25 de diciembre. Happy Christmas, era Navidad.
Era un día especial, así que a los niños les regalaron ropita nueva. Todo un evento. Compraron tela como para un regimiento y a coser. Vestiditos para las chicas, y pantalón y camisa para los chicos. El día de navidad, brillarían con luz propia.
Después de mi pequeña crítica a Santa Claus (ver artículo Pompas gigantes, carrera de sacos y christmas por doquier), no tuve más remedio que vestirme de Mamá Noel con tal de hacer felices a los niños. Y loquitos de contentos se pusieron cuando abrieron los regalitos que teníamos preparados para ellos.
Foski y Valle ejercieron de Papá y Mamá Noel, respectivamente. Juegos de mesa, libros de lectura, un diábolo, DVDs y cuentos fueron algunos de los regalos. Por supuesto, todo a compartir.
Aunque sin duda, los regalos más originales nos los envió Mamá Carmen desde España. Pero no era una sola Carmen, ¡eran dos! Una Carmen es la madre de Mache y trabaja como profesora en el colegio público Cervantes, en Alhama de Granada. Y como suele pasar en las familias de padres maestros, algún hijo sigue sus pasos en la enseñanza. La otra Mamá Carmen es la hermana de Mache, profesora del colegio Conde de Tendilla, también en Alhama. Dos cabecitas pensantes que tuvieron una gran idea. Para el Día Internacional de los Derechos del Niño, el pasado 20 de Noviembre, las Cármenes prepararon un folleto con información y fotos acerca de Nigeria que repartieron entre los niños de su cole. Después proyectaron los vídeos que Mache les había mandado. Y como colofón, charla y preguntas para saber si se habían enterado. Los niños debían estar atentos al vídeo. Ellas preguntaban, “En el orfanato, ¿tienen puertas en las clases? ¿Y muchos lápices?” La sensibilización surtió efecto.
Ahora era el momento perfecto para poner a los peques a trabajar. Esas imágenes despertaron su espíritu solidario. Animados y participativos, crearon un montón de materiales didácticos que más tarde nos enviarían. Mapas de África para enseñarles a los niños geografía. Puzzles del abecedario y de formar figuras para estimular la coordinación ojo-mano y mejorar su agilidad mental. Fichas de dibujitos a emparejar para mejorar su memoria. Y fichas con letras para crear palabras.
También recibimos un montón de póster sobre el universo, los animales y el ciclo del agua. Las mates no fueron asignatura pendiente, nos enviaron un dominó matemático con divisiones y multiplicaciones. Y para conocer el cuerpo humano, ¡un esqueleto a tamaño real!
Pero también, entre tanto material, venían unas cartas escritas a mano por los niños del cole. Es aluciannte lo que un niño puede provocar en un adulto con sus pequeñas y nobles palabritas. Mache, María, Neli y yo estábamos en la habitación. Cada una con una carta en la mano, nos robábamos el turno de palabra para decir: “Mira, mira, lo que dice este niño en la carta”. Emocionadas, alegres y eufóricas conseguimos leerlas todas. Sofía, de 9 años contaba en su carta:
“Queridos niños de Nigeria, no puedo llamaros por vuestro nombre porque no lo sé. Bueno, eso no importa. Os mandamos para que os divirtáis unos juegos que hemos hecho todos. Pero hay alguien que le ha dado mucha importancia y es mi maestra Mari Carmen que lo ha hecho con mucho cariño. Hola, me llamo Sofía y tengo 9 años. Mis compañeros creo que estarán haciendo unas cartas también muy bonitas. El vídeo es muy bonito, a lo mejor nos reiremos alguna vez. ¿Será muy grande vuestra escuela? ¿no? No os peléis porque yo sé que tenéis un corazón muy grande casi para evitar que os peleéis. Si no podéis vernos, nos podéis mandar alguna vez una carta”. La carta venía acompañada con dibujitos, un enorme regalo donde se podía leer FELIZ NAVIDAD PARA TODOS.
Otra niña, Mª Jesús, escribió:
“Queridos amigos y amigas de Nigeria:
Yo soy una niña de España y me llamo Mª Jesús. Ya sé que no os conozco, pero sé que sois unos niños como nosotros.
Me encantaría conoceros, pero no puedo porque vivis muy lejos de un pueblo llamado Alhama de Granada.
Ya mismo es la Navidad, pero Papá Noel y los Reyes Magos han pasado por aquí un poco antes y nos han dicho que os mandemos estos juguetes.
Espero que estas navidades las paséis bien. Un beso para todos.”
Sólo puedo decir una cosa. Los niños, sean de donde sean, nos sorprenden por su enorme humildad, generosidad y solidaridad. A veces pienso… ¡qué pena que nos hagamos mayores!
Y aunque no crea en Papá Noel, y sí en los Reyes. Mi Papá Noel particular, vestido a lo Batman africano, me trajo un regalito muy especial. Mi Santa Claus tiene nombre, se llama Obonguette y tiene 14 años. Es uno de mis niños apadrinados. Su imaginación no tiene límites. Su único obstáculo, el acceso a los materiales. Y aún así, siempre se las ingenia para encontrar algo que le sirva. Trozos de cartón, papelito de regalo que se llevó del taller de christmas del 23 de diciembre, cartulina y folios le sirvieron para hacer la casa más chula que jamás haya visto. Cuidado hasta el último detalle. La casa tiene ventanas, puertas, reparto de habitaciones e incluso antena para ver la tele. Pero sin duda, lo mejor de todo es la terracita que tiene en la azotea, con mesa y sillas. Y el toque africano se lo da… ¡el generador! Sin luz no habría nada que hacer en esa casa tan original. Os podéis imaginar la cara que se me quedó cuando la vi. Una enorme sonrisa se dibujó en mi rostro. Y de los apretones y besuqueos que le di a Obonguette, creo que tardará un tiempo en regalarme alguno de sus inventos.
No podía despedir este artículo sin dar las gracias a todas esas personas que nos apoyan en la distancia. No sólo enviándonos material o dinero, que a veces es importante, sino también enviándonos grandes muestras de apoyo emocional. Sin ese gran condimento, no habríamos sobrevivido aquí ni un mes. Las cosas, a veces, no son como esperamos. Otras veces, ocurren desgracias que nos desmoralizan. Escuchar, al otro lado del teléfono, la voz de mis padres, mi hermano, mi familia o mis amigos dándome ánimos, ha sido y seguirá siendo fundamental para seguir caminando. Gracias también a todos los familiares y amigos de mis compañeros, sin vuestros empujones emocionales, la casa sería un caos de sentimientos. Y no podía olvidar, a los que por azar o gracias a Google, se toparon con el blog.
Después de tanto peloteo, sólo puedo decir: GRACIAS A TODOS. Vuestra labor es fundamental para nuestra salud mental. ¡Seguid ahí!
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